Sunday, March 31, 2013

un---fold VALENCIA





un—fold recuerda a prácticas que se llevaron a cabo durante los años 60 y 70, cuando el objetivo del arte era romper con la tradición y la búsqueda incesante de nuevos soportes. Durante aquellos revolucionarios años movimientos como el Fax-Art pusieron de manifiesto que cualquier soporte o medio era válido para crear arte contemporáneo e incluso, muchas veces, el procedimiento en sí mismo, al margen del objeto, se convertía en una práctica artística digna de tener en cuenta. Fue el final del periodo que Marchán Fiz denominó del arte objetual al arte del concepto. Desde entonces muchos han sido los ejemplos que han pretendido subvertir e ir más allá de las estructuras institucionales por los que normalmente ha circulado el arte contemporáneo. Después de todos aquellos experimentos, unos con mayor éxito que otros, llegó, durante los ochenta y parte de los noventa, la época dorada de los grandes comisarios o curators. Ellos fueron los que crearon tendencia y promocionaron a los artistas que más se adecuaban a sus aspiraciones. Fue un tiempo que desgraciadamente puso de manifiesto lo frágil que es el discurso contemporáneo, sobre todo, cuando a través de estos llamados curators a las órdenes de la política y del mercado, se inventaron discursos, miradas, diálogos y toda esa serie de absurdas metáforas que hoy en día se siguen empleando en ese lenguaje peculiar y cursi que trascendió los ámbitos del arte para instalarse dentro de los medios de comunicación. Aquello puso de manifiesto la jerarquía dependiente y adversa en la que siempre se ha sustentado el arte. Esta dependencia bien sea política, económica o religiosa ha hecho que haya un gran alejamiento del gran público para convertirse y lo sigue siendo, en algo para las élites por mucho que se haya intentado crear toda una red de espacios públicos para la exhibición del arte contemporáneo. Llegados a este punto, sin retorno, aparece una crisis que ataca directamente a la cultura y por lo tanto también al arte contemporáneo. Lo que antes era vital ya que el arte se convirtió en el escaparate perfecto para la proyección de la política a la sociedad, resulta ahora que ni era tan relevante, ni importante y por lo tanto prescindible. En cierto sentido y, en mi opinión, esta parte de la crisis ha sido positiva ya que ha terminado con un modelo de mecenazgo político. Terminado todo este periodo de despilfarro, de invención de exposiciones imposibles, de argumentos inauditos, las más de las veces, ocasionales y sin fundamento, volvemos al punto de origen. No obstante, no hay que olvidar que durante todo este periodo oficialista hubo un gran número de colectivos, ajenos a la política y por lo tanto del control cultural que aportó mucha creatividad pero que no trascendió a los medios ni tan poco al reducido mundillo del arte contemporáneo. Son parte de estos colectivos los que han sobrevivido y no han acusado todo este proceso de desestructuración de las estructuras creadas en un proceso de deconstrucción rápida que ha propiciado que ahora estos grupos, resistentes y por lo tanto supervivientes de este periodo sigan creando, ahora ya con cierta simpatía y admiración pues se están convirtiendo en un modelo que quizás tenga cabida y por lo tanto cada día más presente en los media. Hoy más que nunca experiencias como un—fold, son necesarias, en primer lugar porque está gestionada por colectivos bien estructurados, que llevan mucho tiempo exhibiendo arte, que mantienen intacta su ilusión y que con el tiempo se ha convertido en un modelo transparente, sin contaminar y por lo tanto, digno de ser estudiado. Nuevamente los medios de comunicación mirarán para otro lado, no importa, si al menos se consigue mantener con vida el arte contemporáneo en una ciudad como Valencia, cuna de grandes creadores. un—fold, quizás no tenga una unidad temática ni de disciplina y sea ecléctica en sus contenidos, es cierto, pero no importa, lo realmente interesante es ver como artistas de diversos países y de gran nivel pues se trata de una selección de personajes con una merecida y reconocida trayectoria artística, están juntos con obras en una Galería como es Kessler Battaglia. Un espacio reconocido por su apuesta por la calidad y que transmite la sensación de no estar exclusivamente al dictamen del mercado. 

A modo de conclusión decir que hace unos años, un reconocido galerista, a nivel privado me dijo. “yo expongo en mi galería aquello que sé que van a comprar mis clientes”, y quizás si lo entendemos como un negocio sea lo más adecuado, posiblemente lo más sensato, pero que se reconozca, que no se avale a quien no lo merece, que haya una separación entre lo que es arte y lo que es mercado. En esta exposición se apuesta claramente en favor de la calidad, sin importar el mercado. Hay que resaltar el enorme esfuerzo de los colectivos que lo organizan porque gracias a ellos en Valencia, a día de hoy, siguen ocurriendo cosas y eso es lo más importante para mantener viva la llama de la creatividad porque mejores momentos seguro que llegarán. 

Txt_Toni_Calderón